El cuento de ayer prometía y lo cierto es que fue genial. Nos lo pasamos todos como enanos.
Aprovechando el sol fuimos a merendar al jardín: sombra, calorcito... un entorno de lujo.
Mientras, dentro estaba todo preparado para hacer el taller...
¡Pintamos con flores!
Y aunque las flores son un pincel excelente...
No hay nada como meter las manos, codos incluidos, y mancharse hasta las orejas.
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